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Buenas Noches en familia – mes de Mayo

En el centro de nuestra sala hemos puesto la Palabra de Dios, la acompañamos con la luz, también hemos puesto una vid.

Todo esto nos recuerda la savia que nos mueve a estar unidos a Jesús i unidos a los hermanos y hermanas.

María Mazzarello pasó muchas jornadas trabajando en las viñas de Mornese, uniendo trabajo y oración.

Cierrro los ojos, me relajo, respiro pausadamente, me hago consciente de mi respiración, acallo el ruido que hay dentro de mi.

Quiero escuchar a Jesús, mi maestro, la savia que recorre mi vida.

El Padre, me habla por medio de él.

Pido al Espíritu de Amor, que permanezca conmigo y con todos mis hermanos y hermanas, mientras repetimos 4 o 5 veces­:

  • Tú, Jesús eres la vid verdadera.

Del evangelio de Juan

Dijo Jesús a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto, lo arranca; y al que da fruto lo poda para que dé más fruto. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid. Así tampoco vosotros si no permanecéis unidos a mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; pues sin mí no podéis hacer nada.”.

“Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”. No lo hemos de olvidar nuca.

Separados de Jesús, sus discípulos no podemos hacer nada.

Que “sus palabras permanezcan en nosotros”, que vivamos de su Evangelio. Esa es la fuente de la que hemos de beber. En el Evangelio se encierra la fuerza más poderosa que posee cada persona y las comunidades cristianas para regenerar su vida: La energía que necesitamos para recuperar nuestra identidad de seguidores de Jesús.

No dejemos de entrar en contacto directo con los evangelios.

Bien lo sabía Madre Mazzarello cuando decía a las Hermanas: “No te desanimes ante ninguna adversidad; recíbelo todo de las manos de Jesús, pon toda tu confianza en Él y espéralo todo de Él”. ( MM C.) “Si yo amo a Jesús de todo corazón, sabré también hacerlo amar por las demás”. MM C “Quien pone su confianza en el Señor no puede fracasar”. (CMM. 22, 21),

Ser cristiano, exige una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto. Lo decisivo en estos momentos es “permanecer en él”, alimentar en nuestro grupo, en nuestro movimiento de HDB, el contacto vivo con él. No separarnos de su proyecto.

“Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros” … Si la savia de Jesús corre por nuestra vida, nos aporta alegría, luz, creatividad, coraje para vivir como vivía él.

Madre Mazzarello escribía a las misioneras que tenían un trabajo extenuante: “Conservad cuanto podáis el espíritu de unión con Dios, vivid en su presencia continuamente” (MM C.23,3) “Con Jesús la carga se hace ligera y las fatigas suaves”. (CMM. 22, 21),

Ser creyente es vivir no sólo desde el sentimiento o desde la tradición, sino que es una decisión personal, que nos compromete además de amar a Dios a trabajar por un mundo más humano y fraterno, unidos a Cristo, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra.